La cooperación del ser humano

La cooperación del ser humano

Pero la Providencia de Dios no elimina la colaboración de! ser humano. No porque Dios Omnipotente la necesite sino porque ha querido levantar al ser humano a la dignidad de ser su aliado en hacer que todas las cosas creadas se desarrollen y sirvan para el fin que Dios les ha asignado. Desde el principio la Palabra divina nos enseñó que Dios, al crear al hombre, le designó como tarea contribuir al progreso del mundo (ver Gen 1, 26). Pero sin duda el acto «procreador» de los hijos es el modo más digno con el cual Dios quiso que el hombre y la mujer participaran en su obra creadora de la vida. Por eso la vida humana es siempre sagrada.

Todos los seres humanos que buscan el bien, tal vez sin saberlo, son auxiliares de la obra del Dios Creador y Padre. Los que con amor parecido al de Él tratan de hacer todas las cosas para el bien del mundo y de sus hermanos, se han ganado la altísima dignidad de tomar parte con Él en su amorosa Providencia. En todo caso, no es el ser humano quien lo hace todo, sino el Creador por su medio: «Es Dios quien más allá de la buena disposición que muestran, realiza el querer y el actuar en ustedes» (Flp 2, 13).